lunes, 4 de agosto de 2014

La carreta sin bueyes - Costa Rica

Cuando San José era un pueblo antiguo, un pueblo de carreta, gente sencilla, humilde y creyencera, existía una bruja que estaba locamente enamorada del más apuesto de los muchachos del pueblo.

El muchacho tenía un gran apego a su fe cristiana y por esto no quería tener nada con ella pero la bruja a través de sus artificios lo logró conquistar. Vivieron juntos mucho tiempo y el muchacho se convirtió en un ser parecido a ella.

Nadie en el pueblo estaba de acuerdo con dicha unión, mucho menos el cura del pueblo. El muchacho, ya mayor, sufrió de una enfermedad incurable y pidió a la bruja que si moría, le dieran los santos oficios en el templo del lugar.

La bruja fue a solicitarle al sacerdote la última petición de su amado pero recibió la negativa debido al pecado arrastrado en su vida.

Al morir su hombre, la bruja, determinada, por las buenas o por las malas, “enyugó“ los bueyes a la carreta y puso la caja con el cuerpo muerto, cogió su escoba, su machete y se encaminó hacia el templo.

Los bueyes iban con gran rapidez pero cuando llegaron a la puerta del templo, el sacerdote les dijo, “en el nombre de Dios paren”. Los animales hicieron caso pero la bruja no, la cual blasfemaba contra lo sagrado.


El sacerdote perdonó a los bueyes por haber hecho caso y la bruja, la carreta y el muerto todavía vagan por el mundo. Algunas noches se escuchan las ruedas de la carreta pasando por las calles de los pueblos arrastrada por la mano peluda del mismo diablo.

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